Bitácora creativa · 1ª semana de octubre 2025

Mantener el pulso

La semana comenzó con una frase que sigo repitiéndome: estoy aprendiendo a cerrar piezas pequeñas y a darme valor. No es una consigna motivacional, sino una estrategia de supervivencia creativa. A veces, el cuerpo y la cabeza no acompañan, y el reto consiste en mantener el pulso sin romperlo. Los días vinieron marcados por una energía media, por esa franja intermedia donde no hay euforia, pero sí constancia. Desde ahí, me dediqué a trabajar en microobras, en la estructura del storyboard de Pérdida de poder, y en la consolidación técnica del patch de TouchDesigner (https://derivative.ca/) inspirado en Éliane Radigue (https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89liane_Radigue) y Paul Klee (https://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Klee).

Procesos, ajustes y aprendizajes

El lunes lo reservé para organizar el calendario y reajustar objetivos. Tras varias semanas de aceleración, necesitaba recuperar control. Estructuré el mural de proyectos y fijé rutinas alcanzables. Esa reorganización me permitió sostener la semana sin caer en la exigencia de cerrar todo en un solo intento.

En TouchDesigner avancé el sistema de grillas inspirado en Klee: logré que los elementos escalen correctamente sin perder pivote y añadí control de cámara, luz y textura. Es una pieza exigente, que tiende a absorberlo todo, pero que empieza a tomar forma tridimensional. El martes, en la micro-pieza audiovisual inspirada en Radigue, experimenté con la distribución sonora: cómo el color y la frecuencia pueden actuar como materia compositiva. No terminé la pieza —otra vez—, pero entendí que el cierre no siempre es lo urgente. Documenté, corregí, y guardé el estado para retomarlo desde otro punto.

A mitad de semana, entre el curso de RTVE y el storyboard de Pérdida de poder, la tensión subió. Las imágenes generadas por IA no terminaban de convencerme. Probé variaciones, combiné modelos 3D y texturas clásicas, y mantuve el rojo como constante simbólica. El jueves lo dediqué a seguir puliendo esa narrativa visual. Avancé menos de lo que esperaba, pero reconocí algo importante: crear, aunque no apetezca, también suma.

El viernes, en el Máster de New Media de La Casa Encendida (https://www.lacasaencendida.es/), repasamos el control MIDI, el mapping de datos y las posibilidades del techno como base para visuales reactivas. Ese aprendizaje encajó con mis experimentos de la mañana: lo que antes era intuición, empieza a tener estructura técnica.

El sábado regresó la calma. Trabajé en la pieza generativa, ajusté velocidades y tamaños, e hice un esfuerzo consciente por priorizar y aceptar la imperfección. Aprendí a detenerme: el desarrollo perfecto no existe, pero sí los prototipos que enseñan. El domingo cerró con un incidente desagradable que me puso a prueba en otro plano —la gestión emocional en lo público—, pero incluso eso dejó un aprendizaje inesperado: la madurez también es un material creativo.

Firmeza en medio del ruido

La semana deja un registro claro: organización, proceso y una noción más concreta de firmeza. Las piezas avanzan despacio, pero avanzan. Las microobras ya no son ejercicios dispersos; forman un lenguaje. El patch inspirado en Klee y Radigue, el storyboard de Pérdida de poder y las prácticas del máster están empezando a dialogar entre sí. La ansiedad por terminar cede espacio a la curiosidad por continuar.

Me quedo con una imagen: una grilla que se organiza, un color rojo que se mantiene constante y una sensación de estabilidad en medio del ruido. Esa es mi bitácora de estos días: no tanto una lista de logros, sino la prueba de que la práctica sostenida, incluso en energía media, sigue encendiendo el fuego.